Carácter científico de la historia
Para Vico, el hombre tiene perfecto conocimiento de algo cuando construye mentalmente el sistema de sus notas y relaciones: hacer una cosa es el criterio más claro de la verdad de esa cosa. El relojero que construye un reloj hace la verdad íntegra de ese reloj. En tal sentido dice Vico que “lo verdadero es lo hecho”: verum ipsum factum. Pero, ¿puede el hombre conocer constructivamente todas las cosas? Sólo aquellas cuyos elementos se encuentren en su mente[1]. Aunque sea restrictivamente, la clave que nos permite descubrir el carácter científico de una disciplina es el principio verum–factum, el cual responde a la capacidad de poseer críticamente la verdad del objeto.
Siguiendo este criterio, aparecen tres planos de objetos: uno matemático o geométrico, que es ideal, donde el espíritu humano es plenamente sabedor, pues puede producir creadoramente; otro, físico, el de la naturaleza real, en el que no puede construir plenamente y del que, por lo tanto, no hay ciencia estricta; otro, en fin, cultural, el de las producciones históricas, que son también reales, pero que, por su carácter social y por estar hechas creadoramente por el hombre, no están tan alejadas del conocimiento pleno como las naturalezas físicas.