Sección: 1.1. La persona y su orden entitativo (página 2 de 2)

identidad, originalidad, mismidad, individuación, racionalidad, sustancialidad

La persona, la personalidad, el yo

Frans-Hals-(1582-1666): “En carnaval”. Es admirable la brillantez en la representación de la luz y la libertad pictórica. Tiene la capacidad de plasmar la psicología de los personajes, en este caso disfrazados en una fiesta de carnaval, expresando la dialéctica de la personalidad externalizada y de la persona interior.

Orden entitativo y orden operativo

1. En consonancia con la doctrina clásica sobre la persona como sustancia, cabe indicar que, en el caso del hombre, la sustancia es un centro dinámico ge­nuino, del que brotan las actividades y al que éstas refluyen una vez producidas, justo por cumplir el destino de la naturaleza humana, a la vez animal y racional: el fin ontológico de su actividad (o de sus accidentes) es la misma sustancia.

Dicho de otro modo: en la medida en que las actividades brotan de mi ser personal como de una sustancia, puedo decir «yo soy yo»; y en la medida en que, una vez producidas, tales acciones refluyen en la sustancia (prescindamos de que me hagan bueno o malo), puedo decir «yo soy mío». Esta consideración fenomenológica responde a dos niveles de apropiación personal que serían ontológicamente imposibles sin la determinación sustancial. Al decir «yo soy yo» afirmo mi identidad ontológica en la dimensión operativa de mi originalidad[1]. Y cuando digo «yo soy mío» afirmo mi identidad ontológica en la dimensión operativa de mi mismidad. En el caso del hombre, no equivale originalidad a mismidad, aunque am­bas dimensiones se deban a la realidad sustan­cial e idéntica de la persona: la primera obedece al carácter fontal u originante de la sustancia; la segunda, a la índole incluyente y receptora o final de la misma sustancia respecto de sus propias actividades. En su identidad sustancial como principio idéntico en el tiempo, pero nunca estático, adquiere sentido la origina­lidad y la mismidad de la persona. Continuar leyendo

La noción de «persona» en la tradición clásica

La palabra latina persona tiene su origen en el griego πρόσωπον y significa la máscara de actor y también el personaje teatral.

Persona y naturaleza: naturalismo, culturalismo, personalismo

Persona era, entre griegos y latinos, la máscara de actor y también el personaje teatral. La máscara oculta el rostro, pero detrás está el verdadero individuo de la especie humana, hombre o mujer, un supuesto inteligente a quien en el ámbito jurídico se le llamó “sujeto de derechos”. Con el tiempo persona ha pasado a significar ese individuo profundo de la especie humana. E incluso puede decirse que la persona está detrás de la personalidad, de la máscara o del aspecto que el hombre muestra: la personalidad no agota la persona.

En la actualidad, el concepto de “persona” se intenta separar, e incluso contraponer, al de “naturaleza”.

Se dice que el concepto de naturaleza humana está cargado de graves interro­gantes, derivados de la revisión que de él han hecho diferentes corrientes de pensa­miento. Podríamos aludir especialmente al naturalismo y al culturalismo. Continuar leyendo

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