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Analogía y Orden metafísico, en Araujo

Las páginas de este libro exponen algunas cuestiones metafísicas sobre analogía y orden trascendental que incluyó Francisco de Araujo (1580-1664) en los libros I, IV y V de sus Comentarios a la Metafísica de Aristóteles. El libro está impulsado especialmente por una doble motivación. Primera, la utilización casi normalizada, entre medievales y tardomedievales, del término ens, entendido como nombre o como participio; la mayoría de ellos hace pivotar el orden categorial en el ens ut nomen, en cuyo núcleo resalta primariamente la esencia, pero orientada a la existencia. Segunda, la tesis moderna de Schelling ‒inspirada en esa distinción del “ente”‒, quien da un valor prioritariamente explicativo a la esencia; y así lo expuso Juan Cruz en un libro sobre la última filosofía de este autor.

 

Los valores y sus teorías

 

Jan Van Eyck: «El matrimonio Arnolfini». El ilustre pintor flamenco expresa una serie de valores que se integran en la vida familiar: en primer lugar, el valor de la maternidad, reflejado en la esposa embarazada; en segundo lugar el valor de la fidelidad, manifestado en las manos unidas de los esposos; en tercer lugar, el dormitorio bellamente adornado con cortinajes, espejo y lámpara. Pero, en otro sentido más plástico, el valor del mismo cuadro, que acierta en color y finura a expresar todos esos valores.

Descripción del valor

1.  Voy a dar una conferencia a un club cultural. Dispongo de un coche para ir. Digo que ese coche tiene valor porque muestra un grado de utilidad o aptitud para satisfacer las necesidades de desplazamiento o proporcionar bienestar por su comodidad. Pongo en relación el valor con mi necesidad física.

Además, al pasar por un papelería he comprado un buen bolígrafo: digo que tiene un valor por sus cualidades: nitidez y suavidad de sus trazos, adecuación a los dedos de mi mano, rendimiento duradero; y teniendo en cuenta todo ello lo compro por cierta suma de dinero. Pongo en relación el valor con mi necesidad psicológica.

Asímismo explico a mi acompañante que el contenido de mi conferencia tiene un valor especial, por su significación de cierto alcance cultural. Pongo en relación el valor con mi necesidad cultural.

Al llegar al club me salen a recibir los amigos, quienes me consideran un hombre de valor, por la permanencia y firmeza de mis ideas, por las cualidades positivas que me atribuyen para desarrollar una determinada actividad. Consideran entonces mi cualidad de ánimo, que me mueve a acometer resueltamente proyectos y a arrostrar los aspectos negativos que acarrean. Pongo en relación el valor con una necesidad espiritual.

Después de dar la conferencia, muchos aplauden su valor social, por la fuerza, actividad, eficacia o virtud de lo dicho para producir efectos nobles en la gente. De hecho, decimos que valor es también el fruto o el producto de un estado o empleo. Pongo el valor en relación con el rendimiento sociológico.

En definitiva, valor es la cualidad que poseen algunas cosas, consideradas bienes, por la que son estimables.

Resumiendo: en el valor hay que considerar no sólo la cualidad buena, interna o externa, que una cosa posee, sino también el grado de estimación que las personas hacen de ella.

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2. En la actualidad se han estudiado los valores desde distintas perspectivas (filosófica, antropológica, moral, social, psicológica). El conjunto de esas perspectivas se ha configurado como una síntesis o “teoría de los valores”, teoría llamada Axiología (de axios, valor): abarca, por una parte, el conjunto de ciencias normativas y, por otra, la crítica a la noción de valor en general.

Lo que primariamente nos interesa es saber qué es, de manera más rigurosa, el valor.

Subjetivamente el valor es el carácter que reviste una cosa al ser más o menos apreciada (p. ej., valor de uso, valor de cambio). Objetivamente es el carácter de las cosas que merecen mayor o menor aprecio o que satisfacen cierto fin. El primer uso técnico de la noción de valor proviene de la economía política y de ella ha pasado sobre todo por influjo de Nietzsche al lenguaje filosófico, concretamente a la Teoría de los valores. Estudiaremos temáticamente el despliegue de esa Teoría de los valores. Continuar leyendo

Sobre la utopía

Paul Signac : “Au temps de l’armonie” (1895): La edad de Oro no está en el pasado, sin en el futuro.

Paul Signac : “Au temps de l’armonie” (1895): La Edad de Oro no está en el pasado, sin en el futuro.

 

Ideología y utopía

La reacción antiidealista del siglo XIX no fue, en modo alguno, un rompimiento con el principio de absoluta afirmación antro­pocéntrica. El método de las ciencias modernas ofrecía un estí­mulo para refugiarse en una fluctuante actitud antimetafísica, có­moda en muchos aspectos. Por otra parte, los fenómenos de masas unidos a la creciente industrialización originaban problemas socia­les, económicos y políticos de gran magnitud. A la actitud filosó­fica, oscilantemente antimetafísica, volcada a la solución de estos problemas socio-económicos, se le llamó positivismo social o so­cialismo positivista, cuyos inspiradores fueron Saint-Simon, Fou­rier y Proudhon; su máximo exponente fue Comte. Para todos ellos, los fenómenos sociales debían de ser tratados como los acontecimientos físicos: hasta ese punto primaba el poder del método científico-positivo.

La doctrina social de estos autores ofrece contenidos que ya fueron conocidos por pensadores antiguos incluso, como la comu­nidad de bienes y la supresión de la propiedad privada. Pero se presentan ahora bajo el apremio de la sociedad industrial, de las grandes masas obreras, sometidas a una larga e insegura jornada laboral. El liberalismo económico, enfundado en la gran revolu­ción industrial de finales del s. XVIII, llevó a la proletarización o empobrecimiento de muchedumbres ciudadanas. La moral que mantiene y empuja la empresa de justicia está regida por la ley del progreso, en virtud del cual la sociedad entera marcha hacia una futura felicidad perfecta y justa. Pues bien, a una sociedad ideal sin taras y sin clases, similar a la preconizada por los filántropos de­cimonónicos, ciudad realizada en la comunidad de bienes, llamó Tomás Moro, en el siglo XVI, «utopía». Continuar leyendo

Un libro sencillo sobre el mal

 

Tiziano Vecellio (1490-1576): "Caín y Abel". En este lienzo se muestra el manierismo de Tiziano en su apogeo: con el movimiento en espiral de las figuras, las posturas contrapuestas y las diagonales que se cruzan, para mostrar la fuerza del mal.

Tiziano Vecellio (1490-1576): «Caín y Abel». En este lienzo se muestra el manierismo de Tiziano en su apogeo: con el movimiento en espiral de las figuras, las posturas contrapuestas y las diagonales que se cruzan, para mostrar la fuerza del mal.

Hace tiempo que un amigo, ya fallecido, puso en mis manos una traducción de la obra titulada Problemas y misterios del mal, compuesta en francés por Roger Verneaux y editada en la Editions di Vieux Colombier, París 1956, al parecer ya desaparecida. He leído que la editorial Herder publicó una traducción de esta obra en 1972, pero no he logrado encontrar ejemplares de ella.

Por mi parte, realicé una atenta lectura de aquella traducción, procuré corregirla y pulirla, aunque nunca llegué a estar satisfecho del trabajo realizado. Hoy me atrevo a publicarla en esta web de leynatural.es, en el mismo estado en que la dejé hace diez años. Sólo he podido conseguir que se lea de corrido, sin apenas galicismos, intentando siempre que el pensamiento original de Verneaux fluyera limpio.

Véase en pdf:  Problemas y misterios del mal

La pretensión de Roger Verneaux es presentar en esta obra el esbozo de un tratado general sobre el mal de acuerdo a las ideas clásicas de la filosofía.  Aunque existen editadas síntesis de éste tipo, el libro tiene su utilidad, por la claridad de exposición, la atinada trabazón de los argumentos y sus más que razonables conclusiones. Así visto, es un compendio muy pedagógico que, para el lector avisado, ofrece un discurso a la vez profundo y sencillo. Tiene además la rara cualidad de que no deja sin examen ninguna cuestión esencial sobre el mal y sus implicaciones antropológicas, morales e incluso teológicas. Presenta en su propio contexto  las perspectivas sociológicas, existenciales y espirituales. Obvia el menor desarrollo patético, cosa que sería a la vez fácil y vana.

Entre las perspectivas metafísicas destaca el mal como problema y misterio, subrayando su estatuto ontológico, sus clases, sus causas y su presencia en el mundo.

Le siguen las perspectivas teológicas, como la permisión del mal, el motivo de la creación, la providencia y predestinación, el origen del mal humano y las razones del pecado.

En fin, dentro de las perspectivas morales estudia la falta, el pecado, la tentación, la pena y el infierno.

Sólo espero que los lectores de estas páginas de leynatural.es puedan tener, con este libro sobre el mal, una ayuda adecuada para entender el sentido de la vida humana, en sus principales direcciones.

El texto se ofrece aquí con su contenido completo.

¿Qué es el bien?

Van Gogh presenta, con una energía vital y sosegada, el carácter difusivo del bien en forma de amanecer lento y cálido. El bien es difusivo  como la bendición de un sol que se expande hacia todo lo que existe, llenándolo de color.

Van Gogh presenta, con una energía vital y sosegada, el carácter difusivo del bien en forma de amanecer lento y cálido. El bien es difusivo como la bendición de un sol que se expande hacia todo lo que existe, llenándolo de color.

Dos aspectos del bien

El bien puede considerarse al menos de dos maneras: en sentido metafísico y en sentido moral.

Nuestro Diccionario de la Lengua empieza por el sentido metafísico y asegura que la palabra castellana “bien” significa “aquello que en sí mismo tiene el complemento de la perfección en su propio género, o lo que es objeto de la voluntad, la cual ni se mueve ni puede moverse sino por el bien, sea verdadero o aprehendido falsamente como tal”. Esta definición vale por un tratado de filosofía. Pues dice tres cosas importantes. Primera, que el bien es una perfección, o mejor, complemento de la perfección en cada género de seres. Segunda, que hace referencia a una tendencia, a una apetencia y, más concretamente, a la voluntad humana. Tercera, que la voluntad sólo se mueve por el bien, aunque sea aprehendido falsamente.

Incluso el Diccionario hace referencia a la “teoría de los valores”, y viene a decir que el bien es “la realidad que posee un valor positivo y por ello estimable”.

En sentido moral, el Diccionario indica que cuando “bien” se usa de modo adverbial significa “según es debido, con razón, perfecta o acertadamente, de buena manera”, como cuando decimos que Juan se conduce siempre bien, lo hace todo bien, o como es debido, o sea, conforme a las leyes morales o las leyes civiles.

Asimismo, el derecho dice que puede haber muchas clases de “bienes”, como los bienes “propios” y los bienes “comunes”: estos últimos son aquellos de que se benefician todos los ciudadanos. Etc.

Los clásicos decían que el bien no se puede definir, sino sólo describir, como «lo que conviene a una cosa». Lo conveniente es lo que da perfección y, por tanto, ni puede ser nocivo, ni indiferente. De ahí el acierto del Diccionario. Continuar leyendo

¿Qué es el mal?

Pablo Picasso (1881-1973), "Guernika". El artista pinta en blanco y negro, con una variada gama de grises, el símbolo de todos los males o sufrimientos que la guerra inflige a los humanos.

Pablo Picasso (1881-1973), «Guernika». El artista pinta en blanco y negro, con una variada gama de grises, el símbolo de todos los males o sufrimientos que la guerra inflige a los humanos.

 

 

 

 

 

I. HISTORIA: IDEAS SOBRE EL MAL

En un sentido general y descriptivo, el mal muestra varios aspectos: el metafísico, el moral, el lógico, el psicológico, el estético y el utilitario. Metafísicamente, que es la acepción más general, se dice que el mal es “lo contrario al bien”: dicho de una cosa, significa que es nociva o daña y lastima, y así se habla de mal cuerpo, del mal humor; dicho de una propiedad, es la enfermedad, la dolencia, la desgracia, la calamidad. Moralmente, el mal es lo que se aparta de lo honesto y lícito; en este sentido se dice que alguien se ha portado mal, contrariamente a lo que es debido, imperfecta o desacertadamente; ahí entra todo lo que es censurable o reprochable, de modo que la voluntad tiene derecho a oponerse a ello para reprimirlo o modificarlo. Psicológicamente, el mal es lo contrario de lo que se apetece o requiere, lo que está de manera inadecuada para un fin; así se dice que la estratagema o el negocio salió mal, o que alguien se ha enterado mal. En sentido lógico, se habla de un «mal razonamiento». En sentido estético, de «malos poemas». En sentido utilitario, de un «martillo malo», etc.

Al cometido de una investigación filosófica corresponde el estudio de la estructura o naturaleza del mal, su proceso originador y su sentido. Continuar leyendo

Los valores supremos

Joseph M. W. Turner (1775- 1851): “Sol entre nubes”. La acuarela muestra un paisaje lleno de emoción en un espacio atmosférico donde los efectos luminosos y el color adquieren un protagonismo absoluto. Expresa muy acertadamente las múltiples posibilidades de valores que encierra la naturaleza.

Joseph M. W. Turner (1775- 1851): “Sol entre nubes”. La acuarela muestra un paisaje lleno de emoción en un espacio atmosférico donde los efectos luminosos y el color adquieren un protagonismo absoluto. Expresa muy acertadamente las múltiples posibilidades de valores que encierra la naturaleza.

PRELIMINAR FILOLÓGICO SOBRE EL VALOR

Desde el punto de vista objetivo, el Diccionario de la Lengua comienza definiendo el “valor” como el grado de utilidad o aptitud de las cosas, para satisfacer las necesidades o proporcionar bienestar o deleite; o sea, recoge una acepción utilitarista del valor, relacionado exclusivamente con las tendencias y los sentimientos humanos. A continuación aduce una definición más objetiva, pero economicista: valor es la cualidad de las cosas, en virtud de la cual se da por poseerlas cierta suma de dinero o equivalente (incluso son “valores” los títulos representativos o anotaciones en cuenta de participación en sociedades, de cantidades prestadas, de mercaderías, de depósitos y de fondos monetarios, futuros, opciones, etc., que son objeto de operaciones mercantiles, por lo que se dice: Los valores están en alza, en baja, en calma). Finalmente indica que “valor” es también el alcance de la significación o importancia de una cosa, acción, palabra o frase.

Pero desde el punto de vista subjetivo, el Diccionario señala, en primer lugar, que “valor” es la cualidad del ánimo, que mueve a acometer resueltamente grandes empresas y a arrostrar los peligros; es lo que, en sentido positivo, los antiguos entendían por “fortaleza”, e incluso en sentido peyorativo, lo que denotaban por osadía y hasta desvergüenza; y por eso se dice: ¿Cómo tienes valor para eso? Tuvo valor de negarlo. En segundo lugar, “valor” equivale a la firmeza de algún acto, incluso la fuerza, actividad, eficacia o virtud de las cosas para producir sus efectos; de ahí pasa a significar a la persona que posee o a la que se le atribuyen cualidades positivas para desarrollar una determinada actividad; por lo que se dice: Es un joven valor de la guitarra.

En esta tensión de lo “objetivo” y de lo “subjetivo”, el Diccionario recoge también lo que la Filosofía ha podido aportar a los contenidos de la Lengua; e indica que “valor” es la cualidad que poseen algunas realidades, consideradas bienes, por lo cual son estimables. Y sigue diciendo que los valores tienen polaridad en cuanto son positivos o negativos, y jerarquía en cuanto son superiores o inferiores.

El Diccionario abre así tres problemas para el filósofo: primero, el de la “objetividad” de los valores; segundo, el de su “polaridad”; tercero, el de su “jerarquía”. A la doctrina que estudia estos problemas se le llama Axiología, que es una teoría de los valores (de axios, valor), la cual abarca, por una parte, el conjunto de ciencias normativas y, por otra, la crítica a la noción de valor en general. Continuar leyendo

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