El ingenio y la verdad
Según Vico, el ingenio es la capacidad que el hombre tiene de interpretar el mundo y su relación con él en un sistema de unidades significativas, para determinar el puesto que las cosas tienen. Por ello, cada nivel sapiencial exige ingenio, facultad inventiva de conocer lo nuevo, de buscar y reconstruir la verdad. Se trata del aspecto creador de la mente: su acto es un hacer (facere). Su función consiste en recoger elementos diversos y heterogéneos para reunirlos y construir un todo. De ahí que sea la capacidad sintética y constructiva de la mente. Y se despliega en dos órdenes: precientífico y científico. En el primero, imaginativo y espontáneo, es la capacidad de buscar y reconstruir la verdad que existe en la forma singular aprehendida por los sentidos; o sea, conoce lo verdadero (verum) espontáneamente, antes de todo raciocinio, adscribiéndose a los momentos en que preponderan la memoria y la fantasía; es, pues, aquí una facultad operadora de las artes y de los experimentos en su fase espontánea. En el segundo, racional y reflexivo, es la capacidad de buscar y reconstruir la verdad que existe en forma general aprehendida por la razón; o sea, conoce lo verdadero críticamente; es el momento energético del raciocinio y da lugar a las ciencias y los experimentos en su fase refleja. El ingenio es la función que el espíritu tiene de hallar y ordenar estructuralmente las conexiones entre las cosas, comenzando en el nivel sensible de la fantasía y culminando en el nivel inteligible de la razón. Pero genéticamente el ingenio es antes sensible que inteligible; aunque en sí misma sea una facultad trascendida por el espíritu. (Véase: Juan Cruz Cruz, Hombre e historia en Vico, Pamplona, Eunsa, 1982, 144-150).
Veamos a continuación el aspecto energético o constructivo del ingenio en su nivel reflexivo. Continuar leyendo