Antonio Gisbert (1835-1902): "El fusilamiento de Torrijos en 1831". El cuadro es una proclama en defensa de la libertad frente al autoritarismo. El General Torrijos, militar liberal español y combatiente en la Guerra de Independencia española, fue exiliado, perseguido y traicionado, hasta su fusilamiento. Hábil composición de 1880, caracterizada con innumerables testimonios, que muestra las sensaciones a través de los gestos de los personajes.

Antonio Gisbert (1835-1902): «El fusilamiento de Torrijos en 1831». El cuadro es una proclama en defensa de la libertad frente al autoritarismo. El General Torrijos, militar liberal español y combatiente en la Guerra de Independencia española, fue exiliado, perseguido y traicionado, hasta su fusilamiento. Hábil composición de 1880, caracterizada con innumerables testimonios, que muestra las sensaciones a través de los gestos de los personajes.

1. El juicio histórico: su presupuesto

El hombre posee el don especial de comunicar sus pensamientos y senti­mientos objetivándolos en el mundo y dotándolos de una forma relativamente sólida y permanente: en lo oral, en lo escrito, en lo monumental. Así constituye también la cultura objetiva: los instrumentos de la técnica y las obras de arte. En la medida en que cada forma petrificada y estática de la cultura encierra el rasgo de un impulso original se llama «testimonio». Un pasado que no ha dejado traza alguna no existe para el historiador.

El testimonio dado por testigos veraces es el presupuesto del juicio histórico.

Los hechos históricos, por ser pretéritos, no son observados di­rectamente por el investigador. La inteligencia humana es esen­cialmente limitada y no puede conocer por sí misma, de modo di­recto e inmediato, muchos objetos, y menos los pasados: lo que fue vivido por el hombre está separado del historiador por una distan­cia temporal. Lo pasado ha de ser conocido, pues, bien en el ves­tigio –huella del pasado que no fue destinada a transmitir su re­cuerdo a la posteridad– o bien en el estricto testimonio, dejado ex­presamente para informar a los tiem­pos posteriores. La intenciónque el vestigio (una joya, un arma, una estatua) tuvo de no trans­mitir al futuro un significado es irrelevante para la historia, por­que todo él testifica tanto como el testimonio escrito en crónicas, ins­cripciones y arcos de triunfo. La historia no se hace sólo con tex­tos; también con monumen­tos y piezas de alfarero, con relieves y desechos, con todo lo que, supliendo el silencio de los textos, pueda testimoniar el pasado real del hombre. La historia versa so­bre la realidad concreta e individual, pero sólo en cuanto es cono­cida por testificación, pues no puede ser percibida en una expe­riencia actual. Continuar leyendo