1. El hombre en el estado natural
Hegel explica la marcha histórica del hombre como una tensión superable entre lo individual y lo universal y, asimismo, entre lo inmediato y lo mediato.
La primera etapa en que se dibuja el «estado natural» del hombre acontece tan pronto como el espíritu humano se despega incoativamente de la naturaleza animal para tomar conciencia de sí mismo; pero de modo que ésta no se despierta totalmente; por lo que el espíritu sólo existe ahí de forma virtual o potencial.
Conviene advertir que la plena conciencia del espíritu se muestra como un estado desgarrado, lleno de escisiones o contradicciones: la razón se opone a la sensibilidad; la libertad, con su infinitud virtual de aspiraciones, se opone a las tendencias sensibles, circunscritas a estrechos límites, individuales y egoístas. Lo infinito y lo finito se contraponen así en la conciencia; una conciencia desventurada o desgraciada que, de un lado, siente fácticamente deseos limitados y contingentes, mas, de otro lado, se encuentra lanzada a un nivel superior, a lo universal.
Pues bien, el «estado natural» del hombre es aquél en que el sujeto no conoce todavía las escisiones y vive de un modo sereno o placentero, pero inconsciente, con todo lo que existe. Continuar leyendo