1. Individuo y sociedad
El hombre, en cuanto histórico, está afectado intrínsecamente por una relación social, unido a sus semejantes. Los latinos habían distinguido dos tipos de unión de hombres: el que constituye la «civitas» propiamente dicha, la cual enlazaba con nexos profundos y necesarios a la multitud, y el que constituye el «coetus», cuyos nexos son simplemente casuales y referentes a fines particulares. Una y otro, «civitas» y «coetus», son formas que los individuos tienen de relacionarse entre sí. ¿Cómo debe entenderse, desde el punto de vista filosófico, la relación social que afecta intrínsecamente al hombre en cuanto ser histórico?
Antes de nada, será preciso subrayar aquí dos aspectos importantes: lº. El «estar vertido» un sujeto a los demás; y 2º. El «modo» en que el sujeto está vertido a los demás. Si lo primero es siempre necesario al hombre –lo llamaremos alteración[1]–, aunque no integre su esencia (diríamos que es un elemento consecutivo, mas no constitutivo), lo segundo puede ser unas veces necesario y otras veces contingente o accidental.
Las respuestas que se han dado al problema de la relación social se refieren tanto a la índole del «estar vertido», como al «modo» en que se está vertido. Continuar leyendo