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¿A qué llamamos espíritu?

El jinete de la Catedral de Bamberg (Alemania)

El jinete de la Catedral de Bamberg (Baviera, Alemania). Es uno de los mejores ejemplos escultóricos de los inicios del gótico. Está ubicado en una de las pilastras del Coro de la Catedral. El joven jinete no lleva armas, por lo que no es la figura de un caballero, sino la representación del «hombre», sin más: se eleva sobre lo geológico de la piedra, sobre lo botánico esculpido en las hojas y ramas, sobre lo zoológico del caballo; y se corona en la cabeza: símbolo más alto del espíritu humano.

I.  Desde los antiguos griegos 

En el pensamiento griego se expresó inicialmente con la palabra pneuma, que significa aliento, soplo vital; la palabra latina spiritus tiene el mismo significado etimológico. Pero el verdadero correlato griego del espíritu, en sentido moderno, es el término nous (mente), consagrado por Anaxágoras (filósofo de la antigua Grecia). A través de la historia, la palabra espíritu ha ido incorporando muchos matices, según los sistemas filosóficos: sustancia incorpórea, alma racional, entendimiento, principio vital, materias sutiles, etc. Hoy la filosofía utiliza la palabra espíritu por contraposición a naturaleza. En general, se puede entender por espíritu lo opuesto a la materia, sin depender de ella por lo menos intrínsecamente. Ahora bien, definir el espíritu como lo inmaterial o lo no natural es todavía insuficiente, pues eso no nos dice lo que es el espíritu en sí.

El espíritu es un ser que no sólo es, sino que además, con reflexión inmediata, tiene noticia de este «es». O sea, espíritu es un ser que está cabe sí (re-flexiona). La materia, en cambio, es algo yuxtapuesto (espacial) y sucesivo (temporal): es un ser fuera de sí, algo que no está cabe sí.

Una investigación acerca de la esencia y función del espíritu debe estudiar tres puntos principales: su constitución pro­pia, sus formas y su relación con el cuerpo. En este artículo se estudiarán los dos puntos primeros; como el tercer punto define al espíritu como alma, remitimos para su es­tudio a esa entrada en este blog.

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II. Tesis modernas

La interpretación de la esencia del espíritu puede tomar tres direcciones funda­mentales: afirmación de su finitud (A), afirmación de su infinitud (B), afirmación de su finitud e infinitud conjuntamente (C).

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El alma y la vida

Jacques Philippe Jiseoh de saint Quentin (1792): Muerte de Sócrates. El pintor sorprende el momento trágico en que Sócractes acaba de beber la cicuta y se dispone a morir, esperando conseguir en otra vida la felicidad de su alma.

Jacques Philippe Jiseoh de saint Quentin (1792): Muerte de Sócrates. El pintor sorprende el momento trágico en que Sócractes acaba de beber la cicuta y se dispone a morir, esperando conseguir en otra vida la felicidad de su alma.

La idea de alma  ha sufrido una evolución desde el pensamiento antiguo y medieval, en el que era entendida como principio de vida (bien en un sentido universal y cósmico, bien en un sentido individual como principio de vida vegetativa, sensitiva e intelectual), al pensamiento moderno, en que es entendida o bien como conciencia o bien como sentimiento.

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El alma como principio vital

Interpretación «ingenua». Los pueblos primitivos.- A juicio de Lévy-Bruhl, la idea de alma  no se encuentra en los primitivos; en su lugar se presenta, por regla general, la idea de una o varias participaciones que se dan y entrecruzan al mismo tiempo, sin que se disuelvan en la conciencia de una individualidad unitaria. El hombre primitivo desconoce una línea de separación entre lo propio y lo ajeno, entre la vida y la muerte, pero reconoce en sí y fuera de sí un mundo de poderes extraños, entre los cuales figura el alma  Ésta no designa simplemente la vida o la conciencia, sino lo lleno de efecto y poder. El alma es un principio de separación, pero no separa la materia del poder, ni el cuerpo del espíritu, sino lo indiferente de lo que está colmado de efecto numinoso; todos los poderes que el hombre no puede abarcar (el aliento, la sangre, la rigidez del cadáver, el cuerpo orgánico, etc.) pueden presentarse como un determinado modo del alma. EB. Tylor encuentra una constante de los pueblos primitivos en los que alma significa fuego o aliento, faltando el cual el viviente muere, expira. El alma es, pues, principio de poder y de vida. Continuar leyendo

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