Tiziano Vacellio (1477-1576): Alegoría del tiempo. Un contraste de luces y sombras relata la inscripción latina que aparece bordeando las cabezas, y que quiere decir: «Del pasado al presente hay que actuar con prudencia para no dañar la acción futura». Se trata de una alegoría del Tiempo gobernado por la Prudencia del anciano. Las tres cabezas humanas manifiestan las tres edades del hombre, asociadas con tres cabezas de animales, símbolos respectivos de la memoria (el lobo devorador del pasado), la inteligencia (el león que se agita en el presen te) y la providencia (el perro que se apacigua en la esperanza del futuro). El cuadro parte de la penumbra del pasado o vejez, sigue en la luminosa transparencia del presente o madurez y resplandece con la luz del futuro o juventud.
1. Presunción de una ley absoluta
En el hecho histórico se encuentran factores antropológicos y sociológicos que limitan las pretensiones de quienes –como Hegel– construyen la historia de una manera absoluta e inmanente: esos factores impiden que la historia se desarrolle conforme a leyes propias de un «modelo absoluto» o apriórico. Porque el factor más decisivo es la libertad humana.
¿Qué elementos fundamentales poseería un modelo absoluto que se declarase como disciplina filosófica y científica? Debería tener, en primer lugar, un objeto determinado, pues sin objeto no hay disciplina; en segundo lugar, unos principios ciertos y evidentes que garanticen unas conclusiones legítimas y claras.
El objeto, para un modelo absoluto, sería la determinación de las leyes o razones fundamentales de todas las vicisitudes históricas que se mostraran en el pasado, en el presente y en el porvenir. Los principios que podrían guiarnos con certeza a determinar esa ley general de las transformaciones sólo los podríamos sacar del conocimiento de las conexiones de la libertad en el tiempo. Únicamente entonces se definirían con seguridad los fines del nacimiento, de la elevación y de la decadencia de las diferentes naciones. Dicho de otro modo, el único criterio por el que se podría conocer con seguridad la ley del movimiento histórico –en su pasado, en su presente y en su futuro– sería la libertad individual, si ésta nos diese su secreto. De no poder lograr sus conexiones, es imposible hallar una ley o un fin universales.
Pero, ¿es posible conocer a priori las conexiones de la libertad individual en el tiempo? Se trata de la libertad. Y la única vía posible para hallar esas conexiones es la observación; y no una observación cualquiera, sino una observación que debe ser exacta y completa de los hechos históricos (propiamente libres). De esta exacta y completa observación podríamos llegar a una generalización racional de estos hechos, en la que se decantasen los principios referentes al objeto apuntado. Pero ocurre que esta observación no podría ser exacta ni completa. Continuar leyendo