¿Qué relación existe entre la tradición y el progreso?
La tradición es potenciadora de progreso si pervive y dura “dando de sí”, o sea, si contiene valores que exigen tiempo para revelarse.
Cuando decimos que algo –como un terreno– “no da de sí” queremos significar que “no da para más”, que está agotado, que ha llegado a un límite insuperable.
Ahora bien, el auténtico progreso no corta con una tradición que está “dando más de sí”. Lo que “da de sí” es lo que hay de verdad, de bondad y de belleza en lo real. El progreso hace que esos valores se hagan más actuales, más presentes, hasta el punto de dinamizar el curso individual y social.
El auténtico valor es el que “está presente” en todo el proceso histórico. De la fuerza y seguridad interna de ese valor depende que su permanencia en el tiempo se cumpla o no. Pero ese cumplimiento no acontece con la necesidad de un proceso mecánico, porque depende de la respuesta libre del hombre en la historia. El progreso no acontece cuando el hombre desfigura o transforma la fuerza original e interna de ese valor; sino cuando lo deja “dar de sí” progresivamente. El depósito de la tradición no puede seguir siendo el mismo históricamente más que progresando. Es un progreso hacia la identidad: en ello consiste, a mi juicio, la esencia misma del progreso humano. Continuar leyendo