En un bello y largo poema que Lope de Vega escribió titulado “Las fiestas de Denia”, que a mí me recuerdan las conocidas fiestas de moros y cristianos, se encuentra un fragmento, una octava, donde el poeta describe una escena festiva que se desarrolla en el mar, junto a la costa alicantina de Denia. Participan en ese acto festivo marine-ros que levantan sus remos y soldados que disparan al aire arcabuces y cañones, pescadores que jalean y caballeros que simulan torneos:
Hacen su fiesta, reman, tañen, tiran,
alborotan el mar música y truenos;
estos tornean, estos se retiran,
de humo, de agua y de contento llenos:
ya al rumbo izquierdo, ya al derecho guían
por los cristales líquidos serenos,
pareciendo, sin ver mudanza alguna,
los leños aves, y la mar laguna.
Quiero resaltar en este fragmento dos términos que vienen unidos, la fiesta y la serenidad. La ajetreada fiesta se desarrolla “por los cristales líquidos serenos”. Hasta la mar parece laguna, por sus suaves ondulaciones.
De la conexión de esos dos conceptos voy a hablar. Continuar leyendo